martes, 22 de mayo de 2018

CATALUÑA A UN PASO DE OTRO ENFRENTAMIENTO CIVIL CRUENTO.



Durante los últimos cuatro años, hemos asistido en la Comunidad Autónoma catalana a la aceleración de un proceso sedicioso que ha envenenado la convivencia, dañado la seguridad jurídica, y malbaratado la recuperación económica. La desafección nacional, la fractura social, y la diáspora de empresas, son un problema extremadamente grave y muy difícil de solucionar y superar. Lo más probable y previsible es que los catalanes sufran durante varias décadas las consecuencias del delirante proceso secesionista. 

El daño producido por el secesionismo en todos los órdenes de la vida social debió evitarse desde el Gobierno, tomado a tiempo suficientes medidas cautelares, en vez de dejar que el secesionismo creciese y avanzase. La negligente demora en aplicar el artículo 155, y su menguada aplicación, dejan daños sociales, económicos y afectivos de difícil cura. 

El necio empecinamiento de Rajoy en proseguir con la política de apaciguamiento ha creado un gravísimo problema nacional que en cualquier país democrático de nuestro entorno se habría cortado de raíz desde el primer momento. Solo tenemos que repasar los países europeos, y extra-europeos, donde los partidos separatistas están excluidos de la política institucional, y condenados a la marginalidad, cuando no a la ilegalidad.

La aplicación sin complejos del Artículo 155 al completo habría cortado de raíz toda esta dinámica demencial. Habría servido para dejar meridianamente clara la unidad nacional de España, reconocida en la Constitución de 1978, y lo que es más importante, en la voluntad mayoritaria del conjunto de ciudadanos que integramos el pueblo español.

Una intervención firme y enérgica, sin complejos, podría haber evitado muchos de estos daños innecesarios y habría permitido, desde el poder del Estado, abordar una racionalización de las Autonomías, sustanciada en descentralización administrativa de los servicios al ciudadano, sin duplicidad legislativa, ni gestos de bilateralidad. 

Los culpables del daño causado a Cataluña y al resto de España son los presidentes de la Generalidad, con su demencial intentona secesionista. Pero los máximos responsables políticos son los Gobiernos de España que han estado alimentando al nacionalismo separatista, a veces a cambio de un puñado de votos, y por inconfesables motivos cuando los gobiernos del PSOE y del PP han gozado de mayoría absoluta en el Congreso.

En estos momentos nos encontramos con un anticonstitucional presidente de la Generalidad, Quim Torra, que con sus reiteradas muestras de su racismo supremacista, evidencia un odio visceral e irracional contra España y los españoles. Y ante esta aberración inadmisible, el Gobierno de España, presidido por un pasmado se limita a contemplar y mostrar algo de preocupación, y su deseo de que Torra entre en razón. 

Ante la flojera permanente de Rajoy, Albert Ribera aprovecha la ocasión y juega al juego de sacar tajada partidista de la debilidad y descomposición del errático Gobierno de España presidido por Rajoy, al que el supuestamente apoya.

Albert Rivera se esfuerza en crecer como líder nacional patriótico, en contraste con el mortecino y amortizado Rajoy. Pero solo tenemos que revisar la hemeroteca y encontrarnos con la cruda realidad que oculta en su trastienda política. Albert Rivera, invitado y participante del Club Bilderberg, ha dado suficientes señales de complicidad con los poderes mundialistas que mueven los hilos detrás del escenario secesionista, y que siempre manejan a sus peones en los dos frentes del conflicto. 

Y el conflicto que nos concierne, el enfrentamiento civil en Cataluña, está dando abundantes señales de empeorar. Ante esta amenaza, los partidos que supuestamente defienden España tienen el deber ineludible de hacer todo lo necesario para evitar una espiral de violencia que podría acabar en algo paralelo a lo ocurrido en 1936. A tal fin deben sacrificar sus intereses particulares, y afrontar con valentía la situación excepcionalmente grave en la que nos encontramos los españoles. En caso contrario todos serán responsables de lo que pueda ocurrir por su negligencia.

Lo realista es concluir que en Cataluña ya solo queda una solución: El rescate de competencias, y la puesta en marcha de la suspensión “sine díe” de la autonomía en Cataluña. Para a continuación hacer una reforma muy profunda del Estado, y de las Autonomías. Una reforma en clave nacional unitaria. Una reforma para que algunas regiones que conforman el territorio español no puedan volver nunca más a ser instrumentadas como incubadoras del secesionismo contra España. Una reforma que deje claro, de una vez y para siempre, que el pueblo español es el único depositario legítimo de la indisoluble soberanía nacional.

Y quienes propongan algo por debajo de esta exigencia demostraran que no son parte de la solución si no parte del problema. 

Presidente Nacional de Nosotros (Partido de la Regeneración Social)
Óscar Bermán Boldú  


2 comentarios:

Unknown dijo...

Por desgracia el pp no tiene valor de intervenir el gran foco de radicalización que es TV3 y convertirla en una TV plural .

PALOMA dijo...

Señor Oscar Berman boldu Nosotros el Partido Politico de la Regeneracion ¿Que puede hacer para liberar a los cudadanos afectados por la corrupcion?