viernes, 14 de julio de 2017

Rajoy Vulnera la Constitución.



A primeros de junio de este año de 2017 el Tribunal Constitucional sentencio por unanimidad la inconstitucionalidad de la amnistía fiscal -con la que el gobierno de Rajoy obsequió ilegalmente a un acaudalado elenco de presuntos defraudadores-, El mismo Tribunal Constitucional que apenas un mes después ha anulado, también por unanimidad, las partidas del presupuesto catalán destinadas al ilegal referéndum de autodeterminación. La coincidencia no es casual, sino causal.

 Rajoy, El presidente de gobierno que no ha tenido empacho en ignorar la ley para su conveniencia política se niega a cumplirla por el mismo motivo. Y mientras tanto hace alarde de defensor del Estado de Derecho y de la Constitución ¡Cuanto cinismo!.

La división de poderes del Estado es garantía de independencia judicial. Y la independencia judicial es requisito necesario para evitar abusos de poder. El cumplimiento de la ley no es voluntario ni puede depender de arbitrariedades o conveniencias. Sin imperio de la ley el Estado de Derecho deja de serlo y deriva hacia un Estado de desecho, que es el preludio de un Estado fallido, como tantos hay en el mundo, aunque algunos no estén reconocidos como tales. 

La ley es para todos, y nos obliga a todos, pero muchísimo más a los que tienen por oficio, o por cargo político, la gran responsabilidad de aplicarla. Y el artículo 155 no es una sugerencia interpretable, el artículo 155 es ley de rango superior al formar parte integrante del texto constitucional, y cuando se dan las condiciones previstas y expresadas en su texto -hecho abrumadoramente innegable-, resulta de obligado de obligado cumplimiento, a menos que aceptemos que en la practica el artículo 155 no está vigente y que la Constitución que lo contiene es papel mojado.

Ahora relean atentamente el breve texto constitucional que recoge el artículo 155, se supone que aun vigente, y extraigan sus propias conclusiones:

Artículo 155
Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general.

Para la ejecución de las medidas previstas en el apartado anterior, el Gobierno podrá dar instrucciones a todas las autoridades de las Comunidades Autónomas

Claro, conciso, y de indubitable aplicación. Pero el Gobierno presidido por Rajoy ni siquiera han dado el primer paso, llamando a capitulo al presidente secesionista de la Generalidad de Cataluña. Es una certeza que el gobierno presidido por Rajoy, con todos y cada uno de los miembros del Consejo de Ministros, al impedir la aplicación del artículo 155, están vulnerando la Constitución que han jurado defender.

Y mientras tanto Rajoy calla, y cuando habla lo hace tímidamente, en condicional, en futuro indefinido, prometiendo que aplicara la ley, prometiendo que no permitirá la independencia, pero… ¿Cuando? Quizás cuando el mal ya este consumado, y no tenga remedio ni vuelta atrás. A estas alturas obstinarse en seguir confiando en la palabra de Rajoy es propio de ilusos o de desesperados. Recordemos como incumplió su promesa de impedir el referéndum del 9N. Definitivamente: Rajoy no está en condiciones de asegurar que no se celebrará el referéndum por la autodeterminación, y que la independencia no se proclamará -otra vez-, desde el balcón de la Generalidad de Cataluña.

Rajoy -al que le parece un coñazo presidir desfiles del Ejercito Español-, nunca se ha tomado a España en serio, y sigue burlándose de todos los españoles leales a España, al no cumplir con su deber e impedir ipso facto el avance hacia un sedicioso referéndum de autodeterminación con fecha proclamada urbi et orbe por la máxima autoridad del Estado en Cataluña., un payaso sedicioso que responde al nombre de Puigdemont.

El presidente del gobierno de España vulnera la Constitución en el asunto más grave y urgente que nos afecta a todos los españoles, presentes y futuros. Rajoy carece del vigor y gallardía necesarios para aplicar la ley al nacionalismo catalán, con la cual el mismo y la cúpula del PP han mantenido importantes y sustanciosos pactos de gobierno. Rajoy -el estafermo que ha convertido el tancredismo en arte de supervivencia política-, pretende seguir huyendo de su responsabilidad. Sigue y previsiblemente seguirá demorando hasta que sea demasiado tarde la decisión más importante de su vida: Iniciar el procedimiento de aplicación del artículo 155, en cumplimiento de su principal y más fundamental deber legal y patriótico como presidente del gobierno de la nación: Defender a España y la Constitución vigente. Pero lamentablemente los españoles tenemos en la presidencia del gobierno a un pusilánime indolente que rehúye una responsabilidad histórica que claramente le supera.

En las últimas cuatro décadas los presidentes del gobierno de España siempre han regalado al nacionalismo un plus de legitimidad y les han dejado tener la iniciativa política. Rajoy, y otros miembros perennes del aparato del PP han compartido complicidades extremadamente lucrativas con dirigentes del nacionalismo catalán, y comparten hoy el mismo miedo a la publicación de algunos dosieres ultra secretos en poder de Pujol, y de cuyo conocimiento público saldrían muy mal parados. Eso explica que Rajoy -al margen de sus juegos retóricos-, haya sido en la práctica muy obsequioso y contemporizador con el nacional separatismo catalán, y en ningún caso con los patriotas españoles que nos defendemos de ese nacionalismo opresivo y absurdo.

En su permanente ofensiva contra España y el estado de Derecho, los grupos antiespañoles agrupados en torno al nacional secesionismo catalán, han contado a su favor con la completa ausencia de un proyecto nacional español defendido desde el Gobierno de España. Carencia anterior a Rajoy, y que Rajoy ha heredado y continuado.

Rajoy que durante cuatro años tuvo mayoría absoluta y manos libres para ejercerla, ha cometido en el conflicto catalán todos los errores posibles. Errores de diagnostico, como minusvalorar la intentona secesionista y tildarla inicialmente de algarabía, y poco después de suflé. Errores de entreguismo, como implementar y continuar destrozando la unidad del Archivo Nacional de Salamanca y acabar de dárselo a los separatistas. Errores fundamentales como permitir que en Cataluña se discrimine la lengua común de todos los españoles y supuestamente oficial en toda España. O errores de una idiotez insuperable: Designar a su Ministro de Exteriores, como el interlocutor del Gobierno de España con los que defienden que Cataluña es una nación diferente de España.

Mariano Rajoy Brey, ha sido en esta cuestión, y en otras, el obediente consentidor y continuador de su nefasto predecesor -José Luis Rodríguez Zapatero-, presidente por accidente -provocado-, y embaucador del 11M, de la Memoria Histórica, de la Alianza de Civilizaciones, de la Ideología de Genero, del Aborto, del Proceso de Paz, y demás trampas de ingeniería social contra la verdad, la libertad, la justicia.

Mariano Rajoy, ha tomado el relevo en la obra de traición a España emprendida por Zapatero, y ha propiciando con su buenista política de apaciguamiento el desarrollo canceroso del separatismo catalán, que ha crecido hasta convertirse en la amenaza maligna más grave a la que nos enfrentamos los españoles, pues atenta contra nuestro propio ser como españoles, y lo hace desde las instituciones legislativas y ejecutivas del Estado que nos debería proteger: Generalidad de Cataluña, Parlamento de Cataluña, Ayuntamientos, Congreso de los Diputados, Senado.

Para una parte multitudinaria, poderosa y fanatizada de la sociedad catalana el referéndum y la independencia son indiscutible dogma de fe, y absolutamente inevitables, y nada les desanima de su locura colectiva. Lo suyo es un alucinógeno sucedáneo de la religión, y creen que si no lo consiguen inmediatamente lo conseguirán poco después. Pero al mismo tiempo muchos sesudos analistas aseguran que el referéndum de autodeterminación y la independencia son imposibles, y nunca llegaran ¿En qué quedamos? ¿Inevitable o imposible? Pues ni lo uno ni lo otro. Estamos ante un escenario extremadamente disparatado, con una correlación de fuerzas inestable y donde hasta lo más sensato puede ser descartado y lo más absurdo puede ser posible, y, en consecuencia, lo más acertado es valorar las probabilidades de futuro con prudencia y sin apriorismos.

Me vienen a la mente dos refranes españoles. “Quien evita la ocasión, evita el peligro”, o “muerto el perro se acabo la rabia”. Estoy persuadido de que doy voz a un amplio sentir entre españoles conscientes de que la gravedad de la amenaza secesionista requiere con urgencia inaplazable la drástica aplicación quirúrgica de las leyes democráticas con las que cuenta nuestro ordenamiento jurídico, empezando por el artículo 155, la ley de seguridad nacional, y otras medidas excepcionales, como la inmediata ilegalización cautelar -en toda España-, de organizaciones que trabajan en contra de la soberanía y unidad nacional de nuestra patria.

En Cataluña, la situación de desamparo que padecemos los catalanes leales a España es tan clamorosa que desde hace muchas semanas ciudadanos barceloneses se están manifestando cívicamente todos los miércoles por la tarde, exigiendo -delante de la Delegación del Gobierno-, la aplicación inmediata del artículo 155. Pero Enric Millo -delegado catalán de un gobierno traidor a España-, no se da por enterado. Esta demasiado ocupado reuniéndose amigablemente con jefes y jefecillos del negocio separatista, que deberían estar ya en la cárcel cumpliendo condena por sediciosos.

Millo, Albiol, y otros miembros de la cúpula del PP en Cataluña encaran la ofensiva nacional secesionista desde el mero tacticismo y la falta de criterio, en un posicionamiento apaciguador absolutamente vacuo y contraproducente, y que da lugar a gravísimos errores políticos y de propaganda, como el anuncio del PP en Cataluña, en el que implícitamente se les da la razón a los nacional separatistas al aceptar como punto de partida la bilateralidad entre dos sujetos soberanos, una señora y un señor que voluntariamente forman una pareja; Pareja en la que la mujer representa a España y el hombre a Cataluña, lo cual es un modo bastante idiota de proclamar que Cataluña y España son sujetos igualmente soberanos e independientes. Bajo una apariencia unitaria el mensaje subliminal es que Cataluña ya es independiente, y que la unión entre ambos sujetos de soberanía es fruto de un pacto confederal. Como si simplemente se tratara de llevarnos bien, querernos mucho, y no divorciarnos nunca. ¿De quién es la venenosa ocurrencia? ¿A quién quieren intoxicar? En un mismo territorio no pueden coexistir amorosamente dos soberanías nacionales, y aun menos cuando el nacionalismo tiene su raíz y su discurso en el permanente odio a España.




Observen otra vez la imagen atentamente, y vean como el PP catalán hace gala de un buenismo naif y ridículo, y no solo eso. Además, los aduladores de Rajoy, tienen la desvergüenza de presumir de lo que carece Rajoy y de lo que carecen también ellos: Valentía. La valentía la tienen los ciudadanos de toda clase y condición que sin ningún apoyo del PP ni del gobierno de España -Ni de este ni de los anteriores-, dan la cara enfrentándose cívicamente a la Generalidad secesionista de Cataluña.

También es una evidencia palmaria la inutilidad e irrelevancia del PP catalán posterior a Alejo Vidal Quadras, fulminado por Aznar para complacer a Pujol cuando ambos hablaban en catalán en la intimidad del hotel Majestic. Inutilidad del PP catalán acorde con la de su jefe Rajoy, dueño absoluto de ese Partido Popular que no ha cambiado de nombre pero que está dispuesto a cambiar a peor en todo lo demás. Hoy Rajoy y el PP son una misma y sola cosa.

Rajoy carece de discurso nacional y carece de voluntad para destruir el relato separatista. Quiere o necesita seguir como presidente a costa de lo que sea, por ejemplo, a costa de no gobernar en defensa de la unidad nacional. En vez de dar la cara y poner orden desde el gobierno prefiere esconderse detrás de togas y puñetas, o detrás de las faldas de Soraya Sáenz de Santamaría -como antes lo hizo detrás del ministro de Exteriores-, o detrás de los barceloneses valientes y leales a España que nos manifestamos todos los doce de octubre en plaza Cataluña, y todos los seis de diciembre en plaza de San Jaime. Barceloneses a los que ya no representa su Partido, que de la mano de su consejero Moragas ha ido degenerando hasta convertirse en el partido de la traición a España, el mismo partido que ha pasteleado y sigue maniobrando subterráneamente para no irritar demasiado al nacionalismo catalán. Nadie del gobierno explica como el ex molt honorable Jordi Pujol Soley sigue libre después de demostrarse que durante décadas ha dirigido una organización criminal internacional -a modo de mafia familiar-, lucrándose exponencialmente del privilegio de ser a la vez padre de la nación catalana y virrey en Cataluña.

Cada día más palpable e inocultable que en las altas esferas de las cúpulas del poder político y económico en toda España, Cataluña incluida, siguen vivas aquellas turbias complicidades de entonces

Rajoy, con su absoluta falta de voluntad para combatir al nacionalismo catalán –a fin de cuentas él es lo más parecido a un nacionalista gallego-, nos ha conducido a la actual situación en Cataluña, donde ya se puede vislumbrar como asoma en el horizonte la siniestra sombra amenazante de la balcanización, con el consiguiente conflicto civil cruento. Carnicería que podemos imaginar cómo puede empezar, pero no como puede acabar. Repasemos la historia, recordemos los antecedentes de la propensión hispana a las guerras civiles, y no olvidemos que ninguna secesión se ha conseguido pacíficamente. Esperemos y recemos, para que tal tragedia sangrienta no llegue nunca ha ocurrir. Pero seamos prudentes y no la descartemos como escenario posible y cada vez más probable.

En definitiva, el proceso de sedición en Cataluña ha configurado una situación de resolución extremadamente difícil. Han dividido Cataluña en dos bloques enfrentados e irreconciliables. Ante esta situación no caben mas dilaciones ni distracciones, y sobre todo no caben más políticas de apaciguamiento que ya han demostrado ser totalmente contraproducentes.

O gana el separatismo, o gana España.

O ganan ellos, o ganamos nosotros.


Óscar Bermán Boldú
Regidor Ayuntamiento de Palafolls (Barcelona)
Palafolls, a 13 de julio de 2017

No hay comentarios: